Abstract
Tis article proposes to discuss the idea of design as unique
and universal, presenting the advances of an ethnographic
study carried out in a waste pickers cooperative located in
the metropolitan area of Buenos Aires. Starting from the
analysis of an ethnographic scene, we reconstruct the fra-
mework that is woven by the wastepickers experiences when
customizing previously discarded materials and creating
new technologies, enabling the development of an unique
and alternative design. Te scene begins when a local che-
mical company sends a batch of rolls of unused labels to the
Cooperative’s work shed, which leads to a series of experi-
ments and tests that entail the design and development of
a high-strength rope. Tereby, the process of learning, and
knowledge production and application, where performative
bodies and senses come into play, propitiate that members of
the cooperative (re)design the modes and locus of their own
political existence in the field of waste management, dispu-
ting its place within the productive circuit of the company,
to position themselves as expert actors in the sustainable
management and treatment of industrial waste. In summary,
the article focuses on the resignification process that invol-
ves the conversion of a discard material to a product proto-
type. In this way, waste picker´s design is a situated practice
that responds to a specific reality and form of existence, and
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
emerges to contest and disobey what has already been insti-
tuted and legitimized, consolidating as a fundamental politi-
cal tool for the members of the Cooperative within the world
of waste.
Key words
Design, Waste pickers, Political Ontology, Industrial waste, Technology,
Ethnography
Resumen
Este artículo propone discutir la idea del diseño como algo
único y universal al presentar los avances de un estudio et-
nográfico realizado en una cooperativa de cartoneros (recu-
peradores urbanos) localizada en el Gran Buenos Aires. Par-
tiendo del análisis de una escena etnográfica, reconstruimos
las tramas que tejen las experiencias cartoneras al customi-
zar materiales previamente descartados y crear nuevas tec-
nologías para su tratamiento, abriendo nuevas perspectivas
sobre las prácticas de diseño desarrolladas desde los sectores
populares.
Estas prácticas de (re)diseño involucran la experimentación
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
sensomotriz con los materiales descartados y la producción
de conocimientos específicos puestos en práctica a través de
la palabra, el cuerpo y las emociones. De esta forma, los in-
tegrantes de la cooperativa (re)diseñan también los modos y
locus de existencia política en el campo de la gestión de resi-
duos para posicionarse como actores expertos en la gestión y
tratamiento sostenible de residuos industriales. En síntesis, el
artículo se focaliza en el proceso de resignificación que impli-
ca la conversión de un material de descarte en un prototipo
de producto. De este modo, el diseño cartonero resulta una
práctica situada que responde a una realidad y a una forma de
existencia específicas, y emerge para contestar y desobede-
cer a lo ya instituido y legitimado, consolidándose como una
herramienta política fundamental para los miembros de la
cooperativa dentro del ámbito de la gestión de residuos.
Palabras clave
Diseño, cartoneros, ontología política, residuos industriales, tecnología, etnografía.
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
1. (re)Pensando las luchas cartoneras por el reconocimento desde
el diseño
En este artículo presentamos resultados parciales de una investigación etno-
gráfica enfocada desde una perspectiva sociotécnica, que concibe lo social
y lo material como aspectos entrelazados de una misma trama donde se im-
brican humanos y no-humanos. Desde esta perspectiva analizamos prácticas
de recolección, clasificación y acondicionamiento de materiales descartados
como basura llevadas a cabo por integrantes de una cooperativa de «cartone-
ros»1 localizada en el Gran Buenos Aires. En este territorio donde viven más
1 En el contexto de la crisis
socioeconómica de 2001 en
de 15 millones de habitantes, la labor metabólica urbana que realizan estas
Argentina, los medios de comu-
personas permite que aproximadamente el 15 % de las 17.000 toneladas de
nicación generalizaron el empleo
de este término para designar al
residuos generados diariamente pueda ser recuperada y reincorporada como
creciente número de personas
que recolectaban y comerciali-
insumo en circuitos productivos industriales tanto locales como globales.
zaban materiales reciclables de
los residuos depositados en la
vía pública (en particular, cartón
Las ciencias sociales han evidenciado, desde muy diversos enfoques, el
y papel). En el caso de estudio,
carácter político de estas prácticas al enmarcarlas en las llamadas «luchas por
esta categoría ha sido recuperada
el reconocimiento» desplegadas en distintas ciudades del sur global desde
como criterio de autoidentifica-
finales de los años noventa, conforme se expandía el modelo de Gestión In-
ción y demanda (Carenzo, 2014).
tegrada de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU)2 (Gutberlet, 2008; Schenck
2 La Gestión Integral de Residuos
y Blaauw, 2011; Chikarmane, 2012). En el caso argentino, los gobiernos
Sólidos Urbanos (GIRSU) es un
sistema de manejo de los resi-
locales entendieron que este reconocimiento pasaba casi exclusivamente por
duos que, basado en el desarrollo
la formalización de prácticas que consideraban inscritas indefectiblemente en
sostenible, tiene como objetivo
primordial la reducción de los
la denominada «economía informal» (Schamber y Suárez, 2002), mientras
residuos enviados a disposición
que las organizaciones de cartoneros proponían ir más allá, reclamando el
final. En tal sentido, puede
involucrar diversas tecnologías
reconocimiento de su labor no solo como un trabajo digno, sino como un
de gestión y procesamiento,
servicio público de carácter socioambiental y, por tanto, susceptible de ser re-
desde la termovalorización como
fase final, hasta la separación en
munerado mediante recursos públicos (Carenzo y Fernández Álvarez, 2011).
origen y recolección diferen-
ciada, orientada a valorizar los
Esta demanda se sostenía en dos consideraciones relacionadas: por una parte,
reciclables en cadenas de valor
su contribución en términos de autogeneración de empleo en poblaciones
específicas. En América Latina, la
existencia de una gran población
históricamente excluidas del mercado de trabajo formal; por otra, en su
de «recuperadores urbanos»
contribución a la búsqueda de soluciones a corto plazo y bajo costo para la
(estimada en el 1-2% del total)
gestión sostenible de los residuos en grandes aglomerados urbanos. La suerte
favoreció esta segunda opción,
corrida por estas demandas resulta heterogénea, dependiendo íntimamente
aunque con muy variados niveles
de inclusión social efectiva de
de coyunturas políticas, culturales y económicas específicas que no podemos
esta población.
detallar aquí. Sin embargo, es posible afirmar que, hasta el momento, el reco-
nocimiento de los cartoneros como trabajadores ha logrado mayor consenso
que la acreditación de su labor como un servicio público (Maldovan Bonelli,
2014; Tagliaficco, Schamber y García, 2015).
Esta lectura de la práctica cartonera en clave de política del reconocimiento
permite dar cuenta de los avances y retrocesos tácticos y estratégicos evi-
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
denciados por las organizaciones cartoneras (Schamber, 2012), así como
de las transformaciones de los modelos globales de gobernanza GIRSU de
estas prácticas y los procesos de vernaculización asociados (Sorroche, 2015).
Sin embargo, también es posible advertir que esta mirada enfrenta algunos
límites. Por una parte, porque define una ontología política que circunscribe
el reconocimiento en el estrecho campo de las políticas públicas, donde la
formalización oficia como una taimada moneda de cambio. Así, se define
una forma particular de existencia, encarnada en la formalización de las
organizaciones cartoneras bajo el modelo de cooperativa de trabajo, como
requisito sine qua non de acceso a las políticas públicas diseñadas en forma
top-down para el sector. Por otra, y de manera relacionada, porque además de
una forma, esta perspectiva especifica un locus particular de existencia, que
se despliega sobre un territorio también acotado y definido por las cadenas de
valor de la industria del reciclado y que cristaliza a las/os cartoneras/os en la
labor de recolección y clasificación. En síntesis, la existencia política de los/as
cartoneros/as queda circunscrita a su relación con las políticas públicas, bajo
el requisito de la formalización e inscrita en el primer eslabón de la cadena
del reciclado. Parafraseando a Charles Hale y Rosamel Millaman (2005),
podemos señalar que estas condiciones definen en términos generales los
márgenes de maniobra del «cartonero permitido» y los límites del espacio de
gobernanza configurado en torno a esta cuestión desde las administraciones
públicas, las ONG e incluso parte de las organizaciones de cartoneros.
En este artículo, como parte de un proyecto de investigación colaborativa
más amplio, proponemos un desplazamiento radical respecto de esta lectura.
Nuestro propósito es mapear otros modos y locus de existencia posibles de
las organizaciones cartoneras, que amplíen, contesten y redefinan la raíz prag-
mático-funcionalista de la ontología política que acabamos de delinear. Nos
interesa acreditar otras formas y locus de existencia política cartonera que
puedan superponerse, hibridar y/o problematizar una ontología exclusiva-
mente fundada en el ejercicio de un conjunto de prácticas laborales creciente-
mente normalizadas. Este texto presenta una serie de reflexiones etnográficas
en torno a una deriva posible que recupera prácticas de diseño, creatividad
y experimentación allí donde una mirada superficial solo alcanza a divisar
un conjunto de labores simples, rutinarias y alienadas. Más aún, sostenemos
que este diseño desobediente alberga un especial potencial para interpelar las
inscripciones ontológicas asociadas al modelo GIRSU, que no alcanzan a ser
desafiadas desde los repertorios que hasta ahora han configurado las luchas
por el reconocimiento. Las implicaciones de este desplazamiento no son po-
cas, ya que supone, entre otras cosas, ubicar a las/os cartoneras/os fuera del
locus de clasificadores de materia descartada que la industria del reciclaje le
asigna a esta porción del precariado-masa en el capitalismo contemporáneo.
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
El planteamiento que acabamos de esbozar se nutre del trabajo etnográfico
realizado con cooperativas de cartoneros localizadas en el Gran Buenos Aires
y dentro del marco de una investigación colaborativa3. En particular, nos
3 Sintéticamente, esto implica
que la definición de los objetivos
centraremos en la experiencia de la cooperativa Reciclando Sueños (La Ma-
y la metodología de la investi-
tanza), que ha desarrollado una práctica experimental específica asociada a la
gación, así como la elaboración
de los vehículos conceptuales,
reutilización de materiales plásticos que actualmente carecen de un mercado
se realiza de forma colaborativa
consolidado donde ser comercializados como reciclables. De forma simultá-
entre investigadores e integrantes
de la cooperativa. Esta labor se
nea, nuestra mirada etnográfica dialogará con una serie de referentes concep-
materializa básicamente en un
tuales procedentes de la antropología que han alimentado nuestra reflexión
trabajo de campo que incluye re-
uniones semanales o quincenales
en su relación con el diseño como práctica a la vez técnica y cultural.
en el galpón de la cooperativa, así
como también el acompañamien-
En términos de enfoque recuperamos los aportes de Arturo Escobar (2017),
to a reuniones con funcionarios,
técnicos y representantes de
quien, en una obra reciente, discute la mirada cartesiana del diseño y propo-
otras cooperativas. Una reflexión
ne un enfoque ontológico. Así, extiende al ámbito del diseño su crítica de la
en torno a esta modalidad de
investigación etnográfica puede
ontología dualista característica de la modernidad occidental —y su corolario
encontrarse en Fernández Álva-
rez y Carenzo (2012).
encarnado en la idea de un «mundo único»— evidenciando que es posible
dar cuenta, más que de una sola forma de concebir el diseño, de una multi-
plicidad de posibilidades. Esta perspectiva ontológica conecta con aportes
previos elaborados desde la informática por Winograd y Flores (1986),
quienes trabajan sobre los modos de diálogo que pueden establecerse entre
estas posibilidades, dando lugar a distintas formas de diseñar, hacer y existir.
Los autores definen el diseño como la articulación entre el entendimiento
y la creación, a partir del cual no solo se diseñan artefactos y tecnologías,
sino también modos de vivir y relacionarse. Así, al diseñar, las sociedades
modifican su propia realidad, permitiendo (o no) la coexistencia de mundos
y realidades diversas. La práctica de diseño experimental desarrollada en la
cooperativa Reciclando Sueños entra en conflicto con la ontología del mundo
único, que instituye una sola realidad y atribuye roles y competencias. De esta
forma, por ejemplo, la producción de conocimiento especializado sobre la
transformación de los plásticos es materia de ingenieros y químicos, pero no
de un grupo de cartoneros que apenas alcanzaron a completar su instrucción
primaria. En este sentido, el planteamiento derivado de nuestro trabajo da
cuenta de prácticas que desafían esta ontología occidental hegemónica, pero
no desde una alteridad radical (un «afuera» de la modernidad, del capitalis-
mo), sino desde su propia mismidad.
A este respecto, nos resultan inspiradoras las contribuciones de Tomás
Sánchez Criado y Alberto Corsín Jiménez, quienes aportan densidad tanto
analítica como activista en torno al concepto de diseño abierto. El trabajo de
Sánchez Criado (2017) resulta fundamental en dos sentidos complementa-
rios. En primer lugar, al destacar cómo ciertos repertorios de acción colectiva
pueden energizar la politización de las prácticas de diseño, tal como evidencia
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
su trabajo sobre el activismo de la «diversidad funcional» contra la norma-
lización implícita en el repertorio de la «discapacidad», forjado a partir de
la experiencia del 15-M en España. En nuestro caso, el repertorio configu-
rado en torno al «servicio público» (contrapuesto al «entrepreneurismo
social» del modelo GIRSU) resultó clave para movilizar una activa práctica
experimental realizada desde la cooperativa, que al centrarse en materiales
sin salida en el mercado era considerada como «irracional» desde el punto
de vista de las agencias de gobierno (Carenzo, 2014). De forma complemen-
taria, recuperamos la lectura de la política del diseño que elabora este autor
a partir de la tensión política/policía propuesta por Jacques Rancière. Esto
es, política como modo de abrir y redefinir aquello que la policía prescribe
como posible/imposible, así como quién/es y cómo es posible intervenir
en dicha redefinición. La misma propuesta de un diseño cartonero hackea el
locus asignado en torno a la gobernanza de los residuos, que como señalamos
busca inscribirlo en un hacer alienado limitado a la recolección y clasifica-
ción de reciclables para su transferencia al eslabón superior de la cadena. La
propuesta analítica y metodológica de Corsín Jiménez (2017) en torno al
prototyping como base para el diseño abierto resulta otra referencia clave para
nuestro argumento. Aquí también cobran especial relevancia dos cuestiones.
Por una parte, el desplazamiento de los modelos de propiedad asociados al
diseño privativo tipo black-box. En contraste, el modelo de diseño white-bo-
xing desafía la economía política que organiza la circulación del conocimiento
experto y, promoviendo la colaboración y el codiseño, impugna la frontera
entre diseñadores/usuarios y/o expertos/legos. En este sentido, las licencias
de los prototipos diseñados en Reciclando Sueños se proponen desde y para
el sector cartonero, siendo abiertos y compartidos para cualquier cooperativa
de cartoneros, pero privativos respecto de su uso comercial privado. En se-
gundo lugar, esta perspectiva expresa mejor la dinámica fluida y permanente,
antes que cerrada y claramente definida, de los procesos de diseño en la coo-
perativa, cuyos prototipos están siempre «en proceso», alternando etapas de
frenético desarrollo con otras de impasible estancamiento. Este simple hecho
obliga a diseñar incluso los dispositivos y metodologías a través de los cuales
entran en relación con otros agentes (ingenieros, técnicos, funcionarios e
incluso investigadores) interesados en compartir e intervenir en este proceso.
En lo que sigue, presentaremos una escena etnográfica extensa y la organizare-
mos en tres momentos como estrategia narrativa para desplegar los datos. A con-
tinuación, propondremos un análisis de la escena a partir de la definición de tres
niveles de reflexión que nos permitirán delinear una ontología política del diseño
cartonero. Finalmente, presentaremos una última reflexión abierta en torno a
las implicaciones de esta ontología para (re)pensar la noción de innovación, tan
presente en el actual escenario de las políticas públicas destinadas al sector.
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
2. Escenas etnográficas en torno al diseño cartonero: la conver-
sión de «residuo de etiquetas» en «soga de etiquetas»
La escena etnográfica que vamos a describir a continuación se enmarca en
un proceso de construcción de demandas elaborado desde las cooperativas
de cartoneros y dirigido tanto a los gobiernos provinciales y municipales
como al sector privado. Estas demandas se derivan de una estrategia previa
destinada a lograr el reconocimiento como servicio público por parte de los
gobiernos municipales, la cual, si bien resultó importante para consolidar a
los cartoneros como actor político con legitimidad para intervenir en el de-
bate público sobre la gestión de residuos, no logró materializarse en acuerdos
concretos y vinculantes (Carenzo y Fernández Alvarez, 2011), más allá del
caso particular de la ciudad de Buenos Aires (Schamber, 2012).
A mediados de 2012, un grupo de aproximadamente 25 cooperativas comen-
zó a reunirse con autoridades del Organismo Provincial para el Desarrollo
Sostenible (OPDS) con el objetivo de formular una normativa que regulase
la gestión diferenciada de residuos en establecimientos comerciales e indus-
triales que produjeran más de una tonelada de residuos al día (denominados
«grandes generadores»). Después de arduas negociaciones, se sancionaron
una serie de ordenanzas (OPDS 137-138 y 139/13) que fijaban la obligato-
riedad para los actores privados de establecer un plan de gestión diferenciada
de sus residuos, recomendando la posibilidad de vincularse con cooperativas
de cartoneros para su posterior tratamiento (Sarandón y Schamber, 2017).
Esto supuso un cambio significativo, ya que implicaba que las cooperativas
podían empezar a ser contratadas como prestadoras de servicios especializa-
dos, estableciendo una base de igualdad formal entre estas organizaciones y
las empresas privadas que ya venían proveyendo estos servicios a los grandes
generadores.
Insistimos en esta idea de igualdad formal, ya que en la práctica las coopera-
tivas enfrentaron y enfrentan un sinnúmero de obstáculos relacionados tanto
con cuestiones operativas como fiscales y legales antes de llegar a hacerse
con alguno de esos contratos (Gutberlet, et al., 2017). En efecto, el conve-
nio firmado entre Limpex SA y la cooperativa Reciclando Sueños, pionero
dentro de este marco, fue resultado de más de tres años de negociaciones en
las cuales nuestro papel como equipo técnico de la cooperativa fue central
para evitar el estancamiento y el fracaso del proceso. Cabe señalar que la
formalización de este contrato significó que Limpex tuviera que dar de baja
el contrato que lo ligaba a una empresa privada con la cual ya tenía contra-
tado este servicio, para reformularlo del siguiente modo: todos los residuos
«secos/reciclables» se destinaban a la cooperativa, mientras que aquellos
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
residuos «húmedos» o «secos» pero que no tuvieran un circuito comercial
estabilizado serían gestionados por la empresa privada. En el primer caso,
la cooperativa después clasificaba y comercializaba los diferentes materiales
vendiéndoselos a intermediarios y empresas recicladoras, mientras que en el
segundo, el destino era la disposición final en rellenos sanitarios.
Dicho contrato establece que la cooperativa prestará servicios de tratamiento
especializado de los materiales reciclables generados en la empresa. Por este
servicio la cooperativa recibe un pago aproximado de 50 dólares por tonelada
tratada, y en contraparte emite un certificado oficial (avalado por la OPDS)
donde se establece mensualmente la cantidad de materiales que han sido
reincorporados a los circuitos del reciclaje. Esta modalidad comprende bá-
sicamente cartón y papel, así como envases plásticos de PET. Hasta ahí todo
es claro y simple. Sin embargo, al poco de firmado el convenio, la cooperativa
comenzó a explorar otros residuos plásticos también generados en la plan-
ta, pero que eran destinados a enterramiento en el relleno sanitario porque
carecían de un mercado donde ser comercializados como reciclables. Entre
estos residuos se encontraban las etiquetas que se adhieren a los envases
comercializados por Limpex SA y que, como veremos a continuación, nos
permiten caracterizar ese conjunto de prácticas creativas que hemos denomi-
nado diseño cartonero.
Para una presentación más clara de la escena, hemos decido organizar los
datos de campo en función de tres momentos diferenciados: «mercado»,
«diseño» y «política», en tanto expresan cada uno de los ejes que buscamos
enfatizar.
Momento 1: Mercado
Hace semanas que en el galpón se acumulan decenas de bultos que contienen
bobinas de etiquetas. Estas bobinas son parte de los materiales que llegan
desde la fábrica Limpex SA cada dos o tres días. En principio, su acumula-
ción en el fondo del galpón no resulta un buen indicador. Los materiales que
tienen un circuito comercial bien establecido, como el cartón o los envases
PET, se descargan en el playón central porque salen del almacén rápidamente.
En cambio, las bobinas, no. Se almacenan en el fondo, precisamente, porque
no tienen salida. Cada bulto contiene unos mil metros de una cinta elabora-
da con polipropileno de alta densidad a la que se imprimen varias capas de
pintura para conformar las etiquetas autoadhesivas que serán colocadas por la
máquina en el tramo final del envasado de los productos de limpieza domésti-
ca que fabrica Limpex (imagen 1).
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
Imagen 1. Amontonamiento de rollos de etiquetas en el galpón de la cooperativa. Foto: Sebastián Carenzo.
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
Las bobinas están en perfecto estado, pero aun así han sido descartadas por la
empresa como residuo. El motivo es sencillo: marketing. Parte de la estrategia
de venta de la empresa consiste en ofrecer a los consumidores más o menos el
mismo producto, por ejemplo, lavandina (lejía), pero haciéndonos creer que
se trata de algo nuevo, mejorado, adicionado, renovado, potenciado, etcétera.
En este juego, el cambio de apariencia lo es todo. De ahí que el recambio per-
manente de etiquetas resulte una constante del propio proceso productivo.
En consecuencia, solo en Limpex se generan más de veinte toneladas anuales
de residuos en forma de bobinas de etiquetas. Ahora bien, si son etiquetas
plásticas, ¿por qué no reciclarlas, como de hecho se hace con otros residuos
plásticos que llegan a la cooperativa desde la misma fábrica? Aquí es preciso
introducir un dato clave: la propia composición de las etiquetas dificulta su
posterior reciclaje, ya que la mezcla de polipropileno de alta densidad con
otros compuestos químicos utilizados en las pinturas arruina la maquinaria
para reciclaje. Por esta razón, este material carece de un mercado donde ser
comercializado como reciclable. Teniendo esto en cuenta, podemos relativi-
zar el hecho de que el almacenaje de bobinas en el galpón de la cooperativa
representara un mal indicador. En efecto, podría ser peor. Antes de que Mar-
celo ofreciera incluir las etiquetas en el listado de materiales comprendidos
en el acuerdo con Limpex, estas enormes bobinas terminaban enterradas en
el mayor relleno sanitario actualmente operativo en la metrópolis de Buenos
Aires. Un espacio rodeado de asentamientos precarios que recibe unas 15.000
toneladas de residuos al día pese a estar sobresaturado y generar graves pro-
blemas de contaminación de agua, suelo y aire (Merlinsky, 2008; Curutchet,
Grinberg y Gutiérrez, 2012).
Momento 2: Diseño
Los primeros intentos de hacer algo con las etiquetas fueron muy tímidos,
limitándose a su manipulación para «sentir» su textura, tensión y demás
cualidades. Una experimentación in vivo, no en abstracto, empleando un
tiempo robado a otras tareas siempre (más) urgentes e importantes, como
cobrar un pago o visitar a un nuevo cliente. Tras este primer testeo, Marce-
lo quedó sorprendido por la resistencia que evidenciaba el material al ser
estirado mientras se mantenía la bobina pisada sobre un eje. A los pocos días,
retomaron las pruebas. Esta vez se sometió la cinta a torsión manual, como
una forma de concentrar la superficie que soportaba la tensión del estiramien-
to. Nos fuimos enterando de los buenos resultados a través de WhatsApp,
hasta que unas semanas más tarde aprovechamos una reunión de trabajo en la
cooperativa para ver personalmente los avances de lo que Marcelo denomina
«tecnología cartonera».
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
Ese día nos recibieron con madejas de una soga compacta pero flexible, de
vívidos colores mezclados, grosor variable pero relativamente homogéneo
(aproximadamente, un centímetro) y, sobre todo, apariencia robusta. Poco
después, asistimos a una demostración del procedimiento diseñado para
elaborar la soga, basado en la torsión mecánica de la cinta (imagen 2). Para
ello habían acondicionado un soporte de hierro al que habían adosado un eje
giratorio alimentado por un viejo motor eléctrico reacondicionado4. Sobre el
4 El Barrio San Alberto donde
se localiza el galpón de la
eje estaba montada una bobina. Tomando uno de los extremos, Sacha, uno
cooperativa alberga una mezcla
de los integrantes más jóvenes de la cooperativa, dio unos ocho pasos largos
de asentamientos precarios más
recientes (década de 1980) y
y, tras una media vuelta, se paró sujetando el extremo con firmeza. Marcelo
viejos barrios obreros levantados
accionó el motor y la bobina comenzó a girar, emitiendo un tosco ritmo en
hacia la década de 1950, en
un distrito de marcada matriz
forma monótona pero constante. A los pocos minutos, la cinta quedó conver-
industrial desde sus inicios.
tida en unos cuantos metros de soga.
Hoy en día, además de algunas
grandes fábricas que aún operan,
es posible encontrar cientos de
pequeños talleres industriales y
semiindustriales que se dedican
a la fabricación de piezas y/o
la prestación de servicios para
establecimientos más grandes.
Periódicamente, estos lugares
descartan máquinas o partes
de ellas como motores, cintas,
tableros, rulemanes o brazos
mecánicos, entre otros, siendo
recuperadas por integrantes de
la cooperativa para luego formar
parte de algún nuevo prototipo
desarrollado en Reciclando
Sueños (Carenzo, 2014).
Imagen 2. Marcelo monta la bobina de etiquetas sobre un eje conectado a un motor. Sacha acciona el motor y la bobina comienza a girar
sobre su eje. Fotos: Sebastián Carenzo
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
Aprovechando nuestra cara de sorpresa, Marcelo señaló: «Estoy pensando en
armar una maquinita que tenga en un lado cuatro o cinco de estas que giren
señalando la bobina en el eje—. Después las voy a llevar por arriba para que las
sogas se encuentran todas en un punto. Así voy tejiendo con dos, tres, cinco hilos…
los que vos quieras… eso me hace ganar en resistencia y, mientras, tengo otra bo-
bina que enrolla lo que se va trenzando». Si bien Marcelo estaba entusiasmado
con el artefacto fabricado porque les había posibilitado probar que el proce-
dimiento funcionaba, nos confesó que le parecía muy lento, razón por la cual
habían encontrado lo que él llamó un atajo. La imagen 3 muestra capturas del
registro audiovisual de ese proceso experimental. En ella podemos ver a Mar-
celo operando un taladro donde está «mordido» uno de los extremos de la
cinta, mientras que Sacha sostiene la bobina dejando que gire. El taladro giraba
a más revoluciones que el primer artefacto, lo que permitía acortar los tiempos
de confección de la soga, e incluso posibilitó unir dos, tres y hasta cuatro hilos
de cinta a la vez para confeccionar sogas de distinto grosor y resistencia.
En tanto testigos del procedimiento, no podíamos salir de nuestro asombro.
Aquellas bobinas que apenas unas semanas antes yacían acumulando polvo
se habían transformado en objetos tan bellos como versátiles. Entusiasma-
dos, comenzamos a intercambiar ideas respecto a sus potenciales usos y
cualidades: soporte para tender ropa, insumo para urdir tramas de asientos o
confección de bolsos o lámparas, entre otros objetos. Marcelo advirtió que no
era necesario «complicar tanto la cosa», ya que la «soga de etiquetas» podía
emplearse en embalajes pesados, utilizándose, por ejemplo, para consolidar
los bultos de cartones y plásticos prensados que cualquier cooperativa del
sector elabora de forma cotidiana (imagen 4).
Luego, con autoridad, Marcelo señaló que la resistencia de la soga «sobra-
ba» para este uso, y pasó a demostrarlo con hechos. Con la ayuda de Sacha
enganchó el extremo de una soga simple (de un solo hilo) al gancho del
aparejo montacargas, mientras que con su opuesto hilvanó el ojal de alzado
de un viejo y portentoso motor eléctrico. Después de dar la orden de accio-
nar el aparejo, todos quedamos en un silencio algo tenso y expectante, hasta
que Marcelo se agachó y deslizó en forma desafiante: «Debe pesar como 200
kilos...». Y en efecto, al inclinarnos pudimos constatar que el motor estaba
suspendido un par de centímetros por encima del suelo (imagen 5).
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
Imagen 4. Sacha muestra los prototipos terminados: madejas de soga de etiquetas en dos
espesores distintos. Foto: Sebastián Carenzo
Imagen 3. Marcelo y su compañero explican y muestran el proceso de producción de soga a
partir de etiquetas en rollo. Video: María Schmukler
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
Imagen 5. Marcelo y Sacha demuestran la capacidad de resistencia mecánica al peso de la soga de etiquetas. Foto: Sebastián Carenzo
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
Momento 3: Política
punto más debatido giraba en torno al volumen de
materiales que la cooperativa estaba en condicio-
Volviendo de aquella jornada compartimos múl-
nes de procesar mensualmente. Si bien el convenio
tiples comentarios sobre la creatividad desplega-
se había estipulado en 40 toneladas mensuales, por
da en la práctica experimental de Marcelo y sus
expreso pedido de la empresa, su implementación
compañeros. Sin embargo, vamos a detenernos en
debía realizarse de forma escalonada y progresiva.
uno de estos comentarios en particular, referido
La primera etapa, correspondiente al trimestre que
a la exagerada premura que Marcelo ponía en la
estaba finalizando, se había acordado en 20 tone-
fabricación de las madejas de soga de etiqueta,
ladas al mes, para ir incrementando 10 toneladas
sobre todo porque se trataba de los inicios de un
más por trimestre. Sin embargo, Marcelo insistía
procedimiento netamente experimental. De hecho,
en que ya estaban en condiciones de asumir la
tomando en consideración la complejidad técnica
totalidad del volumen negociado inicialmente. Sin
que suponía su esbozo de máquina tejedora, se
embargo, Agustín mostraba algunos reparos por
hacía bastante factible considerar que su desarro-
su miedo a «terminar ahogando a la cooperativa»
llo nos enfrentaría con un conjunto de dinámicas
y en consecuencia que «por querer ayudarlos» se
problema-solución que en aquel momento éramos
pudiera poner en riesgo el flujo de residuos que
incapaces siquiera de prever. Más aún, atendiendo
debía salir de la empresa para ser tratado por la
a la trayectoria y timings particulares que evidencia-
cooperativa. Dicho esto, nos recordó que para acti-
ron otros procesos de diseño tecnológico elabora-
var el convenio con la cooperativa la empresa había
dos en la cooperativa (Carenzo, 2014) no resultaba
tenido que renegociar el contrato con la empresa
aventurado considerar que podría pasar hasta un
privada que les proveía anteriormente ese servicio,
año antes de ver materializado un primer prototipo
lo que significó que esta última viera reducida en
experimental. Entonces, ¿por qué se había preocu-
un 50 % su participación en el negocio. Agustín se
pado por encontrar un atajo utilizando el taladro a
esforzaba porque entendiéramos lo excepcional
partir de un procedimiento bastante amateur para
que resultaba una operación de ese estilo cuando
sus propios estándares?
el proveedor no había incumplido ninguno de los
puntos del contrato. «En este medio… sencilla-
La respuesta la encontramos un par de semanas
mente les digo que esto no se hace» sintetizaba,
después cuando nos pidió que lo acompañáramos
e insistía en que era aún más infrecuente en el
a una reunión en Limpex, en la que se iba a discutir
caso de un servicio «llave en mano» como el que
el grado de avance de los primeros tres meses de
ofrecía la empresa anterior, haciendo referencia
convenio con la cooperativa y se iban a fijar nuevas
a que su empresa contrataba y se desentendía del
metas para el siguiente trimestre. La reunión tuvo
problema, sin tener que estar ocupándose de hacer
lugar en el despacho de Agustín, el Environment
el backing del acuerdo, como sucedía actualmente
Health & Safety Manager, quien oficiaba como
con la cooperativa. A continuación, tomamos la
responsable por parte de la empresa. También
palabra para reforzar la idea de que la cooperativa
participaron en la reunión representantes de otras
estaba en condiciones de tratar sin problema las
áreas implicadas en el cumplimiento y desarrollo
40 toneladas. Para ello detallamos el modo en que
del convenio en cuestión. El encuentro resultó
estaban organizadas las diferentes líneas de cla-
distendido, ya que no se identificaba ningún
sificación y acondicionamiento de los materiales
problema serio que pudiera poner en riesgo la
en el galpón, indicando los volúmenes por tipo de
continuidad de la relación comercial. De hecho, el
residuo, señalando que no se habían identificado
69
Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
cuellos de botella significativos y que, por ende, no
Entonces, si estamos de acuerdo en la sostenibilidad
había razones para pensar que la continuidad del
—hizo una pausa para imprimir un dejo de ironía—
flujo que salía de la empresa y se trataba en la coo-
me parece que nos debería importar más la trazabili-
perativa pudiera sufrir algún tipo de complicación.
dad que la llave en mano, ¿no?»
Mientras escuchaba tanto a Agustín como a no-
La intervención resultó clave para comprometer a
sotros, el rostro de Marcelo sudaba y sus piernas
Agustín en la meta de alcanzar las 40 toneladas en
se movían inquietas en el asiento. Finalmente se
el trimestre que se iniciaba. Visiblemente satisfe-
decidió a intervenir en el intercambio. Se puso de
cho, Marcelo me pidió retratar el momento con
pie y sacó del bolso que portaba pequeñas madejas
una selfie, mientras él organizaba la pose colectiva.
de soga que fue distribuyendo entre los asistentes.
Tal como muestra la imagen 6, la soga de etiquetas
Cada madeja estaba armada prolijamente, cuidan-
parecía poder atar mucho más que bultos de carto-
do que entre sus pliegues se pudieran reconocer
nes y botellas plásticas prensadas.
atisbos de los colores y tramas de los logos y
tipografías que identificaban la marca estampada
originalmente en las etiquetas. «Esto les traje a
3. Tres niveles de reflexión en torno al
cada uno y una, producto del trabajo de mis compa-
diseño cartonero
ñeros...» introdujo Marcelo, para luego continuar:
«¿Y saben por qué se los doy ahora? Porque tiene mu-
El análisis de las escenas etnográficas nos permite
avanzar en tres niveles de reflexión que enfatizan el
cho que ver con lo que estamos charlando acá». Las
carácter político de las prácticas de diseño carto-
caras de satisfacción y sorpresa ganaron la reunión.
Marcelo aprovechó para puntualizar: «¿Saben con
nero, asumiendo que estos niveles se presentan
qué está hecha?», y sin esperar respuesta contestó
integrados en una misma práctica que solo cabe
él mismo: «Etiquetas». Luego explicó el proceso
diferenciar con fines analíticos. De este modo, nos
interesa atender a sus implicaciones, tanto en lo
experimental que habían desarrollado, aunque
que nos dice sobre el desarrollo tecnocognitivo de
obviando el dato del taladro. Los tenía a todos en
el bolsillo. Agustín atinó a decir: «¿Me lo puedo
un expertice particular (relación entre una gestua-
quedar? Lo quiero guardar aquí para mostrarlo cuan-
lidad técnica y una cultura material específica),
do nos vienen a auditar de la sede de la empresa»,
como de su valor político en tanto acciones que
contestan, disputan y/o redefinen los modos y
mientras señalaba un rincón de su oficina donde
locus ontológicos atribuidos a las organizaciones
atesoraba otras «muestras» de materiales (tubi-
tos que contenían llamativas escamas y pellets de
cartoneras desde el modelo GIRSU. Al mismo
plásticos molidos y extrudados en la cooperativa).
tiempo, los insights analíticos que se derivan de
Marcelo aprovechó el impás para retomar el hilo:
este ejercicio nos permiten mapear y acreditar
otras ontologías posibles en este campo.
«Esa soga de etiquetas que tienen ahora en la mano
es la prueba que da cuenta del elemento que nos dife-
Diseño cartonero 1: Desestabilización y
rencia a nosotros de las empresas privadas… La soga
customización de las inscripciones materiales
es testimonial, como le decimos nosotros. Es lo que te
y formales que organizan los residuos «sin
muestra dónde terminan los materiales que retiramos
mercado»
de acá, somos los únicos que pueden hacer esto…
sacar bobinas de etiqueta y traerte soga de etiquetas.
En este apartado vamos a centrarnos en las prác-
Esto es lo que ustedes llaman trazabilidad, me parece.
ticas de diseño en tanto acción performativa que
70
Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
Imagen 6. Reunión en Limpex. Marcelo muestra la soga de etiquetas. Foto: Sebastián Carenzo
71
Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
interviene y desestabiliza los scripts implícitos
rar el carácter performativo del diseño cartonero
incorporados en los objetos, aprovechando las
en su doble inscripción como acción práctica y
transformaciones que trae aparejado su cambio de
discursiva. La imagen 3 conforma un tríptico que
estatus de objeto-funcional a objeto-descartado.
retrata el uso del taladro como «atajo» y muestra
nuestro vínculo constante con los integrantes de la
En el contexto de Limpex, el vínculo entre el obje-
cooperativa, a través del cual los avances y hallaz-
to bobina de etiquetas y el cuerpo de los operarios
gos se escenifican para poder ser compartidos
estaba mediado por artefactos organizados en
con nosotros. La acción necesita ser recreada para
una línea de producción a partir de una relación
entonces poder hablar sobre la acción. A través
estandarizada y sujeta a una rutina determinada.
de esta acción se desestabilizan las inscripciones
Con este fin, la bobina, diseñada como insumo
materiales que configuran la bobina como resi-
para la maquinaria, contiene un script incorporado
duo para reconfigurar este material en función de
que prefigura el vínculo con humanos y artefac-
nuevas formas, usos y affordances: primero como
tos. En tanto bobinas, resultan unidades cerradas
cinta y luego como soga de etiquetas. El diseño
destinadas a alimentar una totalidad funcional más
cartonero en este primer nivel puede ser pensado
amplia. La relación sensorial, afectiva y motriz que
como un proceso de customización de la materia
vincula a operarios con bobinas se centra en accio-
descartada.
nes de transporte, carga y ajuste de cada unidad en
un artefacto programado para segmentar la cinta
De forma similar a lo planteado por Sánchez Cria-
que contiene y adherir cada porción en un envase.
do (2017) respecto al «cacharreo» como política
Aun cuando queda obsoleta y pasa a fase de des-
de diseño desde la diversidad funcional, el diseño
carte, la bobina mantiene su organización como
cartonero se despliega y adquiere densidad desde
unidad cerrada en sí misma, tal como muestra la
la acción práctica y la elaboración de materiali-
imagen 1, donde podemos ver que las bobinas al-
zaciones singulares. Pero, además, siguiendo a
macenadas en el galpón de la cooperativa llegaban
Marie-Pierre Julien, Céline Rosselin y Jean-Pie-
embolsadas individualmente.
rre Warnier, queremos enfatizar la centralidad
que adquiere en este proceso la acción recíproca
Sin embargo, una vez en el galpón, este anclaje
humano/ materia, y más particularmente, con sus
comienza a verse desestabilizado. El foco deja
resistencias, y la implicación de los sujetos en una
de estar puesto en su funcionalidad como uni-
«cultura material en acto» ( Julien, Rosselin y
dad de insumo (bobina), para desplazarse hacia
Warnier, 2009). Desde esta perspectiva nos cen-
la exploración de sus propiedades materiales y
tramos en el trabajo de ajuste y correspondencia
morfológicas como cinta. Por tanto, la relación
entre contextos, cuerpos y objetos para establecer
con los cuerpos de quienes las manipulan, también
una lectura de las prácticas de diseño etnografia-
se transforma. Marcelo y Sacha abren la bobi-
das en la cooperativa. En efecto, el entrenamiento
na, toman un extremo y caminan, desenrollan y
sensomotriz resulta una herramienta de trabajo
sostienen la cinta. La interrogan utilizando sus
fundamental en la práctica cartonera, siendo lo
sentidos, escudriñan su textura, tensión y grosor,
primero que se pone en juego al vincularse con los
así como las reacciones y resistencias del material
materiales (Carenzo, 2011 y 2017; Passos Lima,
cuando es sometido a corte, torsión o estiramiento.
2017). Así, lo que nos interesa destacar es que
De hecho, el registro audiovisual se convierte en
estas disposiciones y habilidades, lejos de estar
un recurso metodológico destacado para recupe-
confinadas al objetivo de garantizar su subsistencia
72
Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
cotidiana, son frecuentemente movilizadas para
Lejos de constituir un diseño que se despliega en
explorar y experimentar en un registro lúdico
fases sucesivas (ideación-proyección-representa-
propio de labores consideradas creativas. En este
ción-materialización), el diseño cartonero resulta
sentido, la exploración inicial que Marcelo y sus
un diseño actuado sobre la marcha y confrontado a
compañeros emprenden con las etiquetas evoca
la materia. Actuado en la medida que pensamiento
en cierto modo la propuesta pedagógica del curso
y acción no se ordenan secuencialmente, sino que
preliminar dictado László Moholy-Nagy en la
convergen en un espacio/tiempo siempre acotado
Bauhaus, al incentivar el uso de los sentidos para
y discontinuo en tanto el diseño como práctica no
aprender a observar como instancia previa al mo-
goza de una temporalidad propia, sino que siempre
mento de creación.
se despliega entre otras actividades siempre más
urgentes o importantes, ya que la cooperativa no
Diseño cartonero 2: Ensamblado, composición
vive de la experimentación, sino de la recolección
y recomposición de artefactos, materiales y
y venta de materiales. Confrontado, en tanto Mar-
cuerpos
celo y Sacha van componiendo el diseño en per-
manente interacción con materiales y objetos, en
Un segundo nivel de análisis atiende a la práctica
función de lo cual van adecuando las metas, pasos
de diseño que se despliega una vez obtenido un
y procedimientos. Si primero la bobina quedaba
material customizado. En este caso, la exploración
fija sobre un eje, efectuando ellos la torsión con
y experimentación gira en torno a la soga de eti-
sus brazos y manos, luego invirtieron el esquema,
quetas más que a la cinta como material. Una labor
es decir, aseguraron la bobina con sus cuerpos y
creativa que, partiendo de la soga como objeto,
mecanizaron la torsión con un artefacto autocons-
incorpora otros artefactos y los propios cuerpos de
truido a partir del ensamblaje de objetos descarta-
Marcelo y Sacha a través de operaciones de ensam-
dos que fueron recolectando y almacenando en el
blado, composición y recomposición.
galpón, tales como perfiles, motores, ejes, correas
y topes. La imagen 2 muestra a Marcelo calzando
El procedimiento tecnológico que transforma la
el material en un portabobina improvisado y luego
cinta en soga requiere tanto de motores eléctricos,
sosteniendo la cinta mientras la bobina realiza un
ejes y rulemanes como de manos humanas. Estas
doble movimiento, girando sobre sí misma para
últimas no se limitan a sujetar el material, sino
soltar el material y rotando a su vez sobre el eje
que intervienen desde el punto de vista sensible,
para imprimirle torsión. Así, la fabricación de un
registrando la tensión, ritmo y velocidad del pro-
artefacto para generar la torsión mecánica se deriva
ceso en curso. Este registro sustantivo se expresa a
del experimento previo con la resistencia que ofre-
nivel de la comunicación entablada entre Sacha y
cía la cinta al ser sometida a torsión manual. Del
Marcelo, quienes a través de frases («dale un toque
mismo modo, la construcción del artefacto rotor
más», «ojo, que se retuerce»), miradas y gestos van
depende del stock de materiales y objetos recu-
componiendo el diseño en tanto acto vivo. Como
perados existente en ese momento en el galpón
podemos ver en la imagen 3, cuando Sacha deja
de la cooperativa. Se trata de una recomposición
correr entre sus manos la cinta que lo une con
constante del esquema experimental in vivo hasta
Marcelo, quien a su vez acciona el gatillo del tala-
lograr formas relativamente estabilizadas.
dro que la va torsionando, para finalmente estirar la
soga recién formada.
Desde nuestra perspectiva, esta labor de compo-
sición y recomposición de artefactos, materiales
73
Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
y cuerpos desarrollada en la cooperativa puede
decir, un material sobre el cual ni investigadores,
entenderse como un expertice a la vez individual y
tecnólogos o empresarios han sido capaces de
colectivo, en los términos que lo entiende Cé-
aportar soluciones para su (ir)reciclabilidad pese
line Rosselin. Es decir, no como un estado que
a representar un urgente problema ambiental y
se alcanza para localizarse en la cabeza de tal o
sanitario. En contraste, tal como evidencia la soga,
cual sujeto, sino como un proceso basado en el
los que sí están contribuyendo a dar solución al
«aprendizaje desde el cuerpo-con-sus-objetos»
problema son los cartoneros, quienes, a diferen-
(Rosselin, 2009, p. 294). Para Marcelo y Sacha, el
cia de aquellos, enfrentan serias dificultades para
proceso de diseño de la soga incorpora también
acreditar socialmente competencias y capitales de
las máquinas, piezas y fragmentos potencialmente
orden económico, cognitivo y político en el campo
reutilizables en una composición ad hoc donde
de la innovación tecnológica (Carenzo, 2017).
desplegar sus destrezas y habilidades sensoriales,
afectivas y motrices.
La soga de etiquetas en tanto material customizado
en la cooperativa puede ser movilizado para equili-
Diseño cartonero 3: Activar políticamente los
brar al menos momentáneamente estas asimetrías.
materiales
Así, el diseño cartonero supone también inter-
venir y prefigurar los contextos de significación y
Un último nivel de reflexión se centra en la com-
validación de los desarrollos elaborados. Estos no
pleja labor iniciada cada vez que en la cooperativa
vienen dados: deben ser construidos y militados
se lograba algún avance concreto en la customiza-
como parte del proceso. El carácter testimonial
ción de los materiales sin mercado, obteniendo un
que Marcelo pone en juego en la reunión en
prototipo «testimonial», como lo llamaba Mar-
Limpex es justamente su principal virtud y defecto.
celo. A partir de ese momento, la energía creativa
Virtud porque, tal como veníamos señalando,
puesta en el proceso pasaba del material en sí (de
objetifica un expertice muy singular y atractivo en
la bobina a la soga) al proceso de diseñar formas
tanto se ocupa de estos materiales complejos para
de vincular y ensamblar otros actores a partir del
los cuales no hay respuestas institucionalizadas
material. Esto es lo que sucede con la soga de
disponibles. Defecto porque en esas instancias
etiquetas, en tanto la relativa estabilización, aun
solo puede mostrar los resultados materializados
como resultado testimonial, activa políticamente a
(las madejas), pero no el proceso del cual resultan
ese material.
(el taladro). Frente a unos ojos que naturalizan la
eficacia, eficiencia y racionalidad como cualidades
Antes de que Marcelo y sus compañeros pue-
universales, generar una solución involucrando un
dan mostrar la soga, el material no escapa de su
taladro e incluso un artefacto autoconstruido con
condición de residuo. El podría narrar y bosquejar
materiales recuperados queda fuera del repertorio
mil veces la idea de convertir la cinta abobinada en
cognitivo, técnico y estético desde el cual se define
soga, sin embargo, su potencia como idea narra-
el campo de la innovación tecnológica (configu-
da resultaría escasa a la hora de ganar apoyos y
rado en torno a la tecnología punta, la precisión
reconocimientos. Por el contrario, las madejas de
instrumental y la acción racional). En este marco
soga «objetifican» (Miller, 1987) el expertice que
cobra sentido la pregunta formulada por Arturo
definimos previamente, que expresa una habilidad
Escobar: «¿Qué mundo, qué diseño, qué real?»
tecnocognitiva sobre un material particularmente
(2017, p. 208) para pensar en el diseño cartonero
complejo debido a su condición sin mercado. Es
desde un enfoque ontológico con el objetivo de
74
Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
discutir lo ya instituido como único y universal. La
realidad y el mundo de Marcelo y de la cooperativa
construyen un diseño cartonero a partir de una
práctica profundamente política. Es a partir del
diseño de procesos y artefactos, de la customiza-
ción de materiales que disputan su lugar dentro de
la gestión de los RSU, como también legitiman sus
aprendizajes y conocimientos.
La reunión a la que asistimos junto a Marce-
lo-con-sus-objetos también puede ser pensada
en términos de diseño como experimentación
política (Sánchez Criado, 2017), si bien alejada de
un repertorio político asociado al diseño abierto
y las experiencias de democracia directa, no por
ello menos disruptiva desde el punto de vista de
la construcción de demandas colectivas del sector
al que Marcelo y sus compañeros representan.
En este sentido, la posibilidad de ser reconocidos
como prestadores de servicios especializados a
grandes generadores constituye una de las princi-
pales orientaciones tácticas del sector en su lucha
por el reconocimiento de su labor como un servi-
cio público por parte de las organizaciones guber-
namentales y no gubernamentales que intervienen
en la gobernanza de las políticas GIRSU.
En la reunión en Limpex, la soga de etiquetas
objetifica como dijimos este expertice cartonero
particular, pero además energiza el núcleo de la
disputa que las cooperativas de cartoneros tienen
actualmente con las empresas privadas de pres-
tación de servicios especializados en gestión de
residuos. Como señala Marcelo, la soga evidencia
que solo ellos pueden garantizar la «trazabili-
dad», es decir, la capacidad de proveer un registro
constatable del destino de los residuos sin merca-
do y no-reciclables que se generan en las empresas
como resultado de su proceso productivo.
75
Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
4. Final abierto: diseño, política e innovación.
Las prácticas de ensamblaje y recomposición dinámica de artefactos, materia-
les y cuerpos desplegadas por integrantes de Reciclando Sueños que acaba-
mos de analizar en términos de un diseño cartonero pueden también pensar-
se desde lo que Grimaud, Tastevin y Vidal definen como «una antropología
(de la) wild-tech» (2017). Esta noción comprende prácticas de diseño tecno-
lógico mediante el empleo de formas eclécticas de composición y ensamblaje,
adaptaciones imperfectas, concatenación de elementos y materiales cuyos
efectos no son siempre previsibles. Con esta perspectiva desafían dicotomías
que organizan repertorios antagónicos: viejo/tradicional /reproducción vs.
nuevo/moderno/invención. De este modo hacen especial hincapié en la
persistencia de tecnologías abandonadas o pasadas de moda, de modos ex-
perimentales populares difíciles de clasificar, que coexisten y se hibridan con
novedades tecnológicas generalizadas para el consumo masivo, incluyendo
su resignificación y hackeo. Este carácter mixto e indeterminado de lo nuevo/
viejo, por tomar solo un par de opuestos, resulta útil para proponer una últi-
ma reflexión en relación al componente político del diseño cartonero.
Siguiendo este planteamiento podemos preguntarnos a qué tipo de prácticas
de diseño tecnológico le estamos asignando socialmente la condición de
innovación, tan de moda en el actual repertorio de políticas de promoción
de CyT en Argentina. Centrándonos específicamente en el tema de la gestión
de residuos, podemos dar cuenta de algunos ejemplos ilustrativos que, entre
otros, permiten esbozar una respuesta: unos diseñadores que ganaron un
premio INNOVAR con un prototipo para moler vidrio en las cooperativas5,
5 Trituradora de vidrio: htp://
www.innovar.mincyt.gob.ar/cata-
o bien una dupla de jóvenes techies ganadores del concurso SociaLab/AVINA
logo-de-proyectos/casos-desta-
con el diseño de una app que coordina en tiempo real las rutas de recolec-
cados/trituradora-de-vidrio-pa-
ra-reciclaje/
ción de materiales reciclables entre vecinos y cartoneros6. Ambos ejemplos
definen un perfil según el cual las innovaciones se derivan de expertos
6 Yo Reciclo: htp://ar.socialab.
com/challenges/recuperado-
acreditados que transfieren conocimiento a supuestos sujetos necesitados
res-urbanos/idea/18737
de ese saber. Sin embargo, es posible dar cuenta de varios problemas deriva-
dos de esta perspectiva. En primer lugar, son desarrollos desvinculados de
los «contextos prácticos de actividad», donde cualquier tecnología cobra
inteligibilidad (Ingold, 2013). En efecto, tanto la trituradora como la app
existen básicamente en las páginas web de los organismos que promueven la
innovación, pero nunca llegaron a materializarse en la práctica cotidiana de
sus supuestos usuarios. No es momento ni lugar para desplegar una crítica
profunda; solo mencionaremos que adolecen de un defecto básico: centrar la
solución de problemas complejos en el componente artefactual, evidencian-
do un claro sesgo de determinismo tecnológico que incluso puede eviden-
ciarse en el desarrollo de «tecnologías sociales» (Tomas y Becerra, 2014).
76
Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler
En segundo lugar, y relacionado con esto, los problemas de los usuarios se
están presuponiendo. Así, estas soluciones innovadoras apuntan a problemas
que no son definidos ni priorizados como tales por los cartoneros. En tal
sentido, el propio determinismo lineal top-down de los procedimientos de
diseño involucrados atenta fatalmente contra la usabilidad de los desarrollos
generados. Si los usuarios no están activamente involucrados en la definición
del porqué, cómo, cuándo y quién necesita esa innovación, cualquier desarro-
llo enfrenta un mal desenlace.
Tal como propone Langdon Winner (2016), el actual auge del repertorio
ligado a la innovación debe ser sopesado analíticamente en función de su
estrecha filiación con la narrativa decimonónica del progreso, que alimentó
y justificó buena parte de las desigualdades e inequidades que han caracte-
rizado la sociedad moderna en occidente, así como su relación con el otro
no-occidental. En este sentido, nos parece necesario abrir el debate en torno
a la ontología política del diseño, como sostiene Escobar, activando política-
mente aquellas posibilidades-otras. Sin embargo, nos parece que esta labor no
puede quedar restringida a las formas alteroccidentales, sino que es preciso
avanzar en el mapeo y activación política de otras habilidades, corporalida-
des, capacidades y afectividades que habitan aquí y ahora los márgenes del
sistema. Como advierte Verónica Gago (2014), esto no significa que deban
quedar restringidas y circunscritas a ese espacio marginal. Por el contrario, tal
como nos muestra Marcelo, es posible diseñar una estrategia furtiva a la de
Certeau para disputar los contratos de prestación de servicios ambientales es-
pecializados que hoy dominan un puñado de empresas privadas cartelizadas.
El desafío es enorme, y el mayor potencial que tiene el sector cartonero pasa
justamente por activar políticamente su experiencia en la gestión sostenible
de los residuos. Pero no en términos de asumir el locus que actualmente
prescribe el modelo GIRSU, cristalizado en la recolección y clasificación, sino
desplegando la potencia contenida en las prácticas de diseño cartonero. En
este sentido, destacamos lo cartonero, usualmente asociado negativamente
a la basura y a lo descartable, pero también a lo ecléctico, irracional o falto
de sistematicidad, para ligarlo a las prácticas contenidas en la palabra diseño,
que por el contrario remiten al procedimiento fino, organizado, sistemático,
racionalizado y proyectado. La mixtura no es inocente: es una apuesta por
desestabilizar inscripciones ontológicas cristalizadas que definen que unos
piensan/sienten mientras otros hacen. El diseño cartonero se construye y se
afirma desde la mezcla y la hibridación, desobedece y se anima a disputar los
espacios de legitimación, y propone su propia experiencia incluso a riesgo de
resultar demasiado audaz o desmesurado.
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
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Inmaterial 05. Hacia una ontología política del diseño cartonero: reflexiones
etnográficas a partir de la experiencia de la cooperativa
Reciclando Sueños (La Matanza, Argentina)
Sebastián Carenzo
María Schmukler
PhD en Antropología por la Universidad de
Diseñadora Industrial. Magíster en Ciencia,
Buenos Aires, y actualmente Investigador Adjunto
Tecnología y Sociedad. Doctoranda en Ciencias
del Consejo Nacional de Investigaciones Científi-
Sociales y Humanidades. Gran parte de su inves-
cas y Técnicas (CONICET). Se desempeña en el
tigación está enmarcada dentro del campo de los
Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecno-
estudios sociales de la ciencia y la tecnología, a
logía (IESCT), Universidad Nacional de Quilmes
partir del cual indaga en las siguientes temáticas:
(UNQ), donde además dicta cursos de grado y
electrificación rural, implementación y utilización
posgrado. Su actual línea de investigación aborda
de tecnología para el aprovechamiento de energías
desde una perspectiva etnográfica prácticas de
renovables, prácticas proyectuales desarrolladas
adaptación, diseño y construcción de tecnologías
por recicladores, procesos de producción de cono-
desarrolladas por cartoneros/as en la metrópolis
cimientos y de diseño situado. Así, su trabajo tiene
de Buenos Aires desde un enfoque contemporáneo
un fuerte anclaje territorial, basado en el estudio
de cultura material para abordar la socio-génesis
transdisciplinar e integral de procesos de uso y
de los circuitos que permiten la transformación
producción de tecnologías. Se desempeña como
de los residuos en mercancías. Esta labor ha sido
Docente Asistente en el Programa Integral Metro-
realizada desde una perspectiva de colaboración y
politano (PIM), de la Universidad de la República,
compromiso con la población cartonera, generan-
Uruguay.
do espacios de reflexión crítica sobre las prácticas
schmuklermaria@gmail.com
y roles de todas/os s los involucrados, incluyendo
aquellos provenientes del campo académico.
sebastian.carenzo@gmail.com
Fecha de recepción del artículo: 14 de Marzo de 2018
Fecha de aceptación del artículo: 7 de Mayo de 2018
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Inmaterial 05. Sebastián Cerezo, María Schmukler